El acoso escolar y el ciberacoso son realidades que viven los niños y las niñas en el mundo actual, y tienen repercusiones negativas en su bienestar, en su desarrollo integral y en el ejercicio de sus derechos.
Tal y como se desarrolla en la Convención sobre los Derechos del Niño, la Observación General Nº 13 de 2012 del Comité de Derechos del Niño, dice: “Todos los niños y las niñas sin excepción tienen el derecho a ser protegidos de todas las formas de violencia y al desarrollo de todo su potencial de aprendizaje en un ambiente seguro”.
La definición más extendida de acoso escolar la proporcionó el psicólogo Dan Olweus Ake, a finales de los 90, que dice: “una persona está siendo acosada cuándo ella o él es expuesto, repetidamente y de forma prolongada en el tiempo, a acciones negativas por parte de una o más personas.”
Las características para diferenciar un episodio de acoso escolar de otras conductas violentas son:
- La intencionalidad por parte del agresor. Se tiene en cuenta la percepción de la víctima, no la del agresor.
- La repetición en el tiempo. Se tienen que dar en repetidas ocasiones para que se le considere acoso.
- El desequilibrio de poder. La desigualdad puede ser física, psicológica o social y hace que la víctima sienta que no puede defenderse.
Junto a estas características Ortega y Mora-Merchán en 2008, han señalado la presencia de la ley del silencio y el esquema dominio-sumisión. De manera general, en situaciones de acoso, los escolares no suelen comunicarle lo que está pasando a los adultos. Además, el desequilibrio de poder que existe entre el agresor y la víctima se transforma en un patrón de comportamiento, dónde el agresor ejerce el poder sobre la víctima, la cual se somete a su dictado.
Los diferentes tipos de acoso escolar, son:
- Físico: patadas, puñetazos, mordiscos, empujones, agresiones con objetos, etc. Es más frecuente en primaria.
- Verbal: poner motes, insultos, menosprecios en público, resaltar defectos físicos, etc. Suele ser el más habitual de manera general.
- Psicológico: minan la autoestima del niño, de la niña, del/ de la adolescente, y fomentan la sensación de miedo e indefensión.
- Social: pretensión intencionada de aislamiento del niño, de la niña, del/de la adolescente del resto del grupo, hacerles el vacío, no contarles planes del grupo, etc…
En conclusión, el acoso escolar es un problema creciente en los centros educativos que consiste en un maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Cuyo objetivo principal es el de someter y asustar a la víctima.
Un estudio destaca que en España el 1,6% de los niños y jóvenes sufren bullying de forma constante y un 5,7% lo vive de forma esporádica. En el año 2015, 1 de cada 10 niños afirmó haber sufrido acoso escolar.
Cuando hablamos de ciberacoso nos referimos a un nuevo tipo de acoso que se da a través de las tecnologías. La definición de ciberacoso según Smith en el 2008, es: “una agresión intencional, por parte de un grupo o un individuo, usando formas electrónicas de contacto repetidas veces contra una víctima que no puede defenderse fácilmente por sí misma”. Esta definición recoge los tres elementos básicos de acoso escolar: intencionalidad, repetición y desequilibrio de poder, añadiendo la peculiaridad de que se produce a través de las TIC.
Aunque el uso de medios electrónicos para acometer las agresiones hace que este tipo de acoso tenga unas características distintas y propias:
- El anonimato del agresor. La mayoría de las veces, el agresor utiliza pseudónimos o nombres falsos para acosar a la víctima. Esta situación aumenta el potencial de indefensión de la víctima.
- La repetición y rapidez en su difusión. Se produciría cada vez que se vea o se comparta esa imagen o los comentarios que la pueden acompañar.
- El sentimiento de vulnerabilidad de la víctima. No se siente segura en ningún momento ni lugar, a cada instante puede recibir mensajes y llamadas no deseadas por el móvil, y a través de cualquier red social.
Tipo de agresiones electrónicas, según Willard 2006, son:
- El hostigamiento. Envío y difusión de mensajes ofensivos o vulgares.
- La persecución. Envío de mensajes amenazantes.
- La denigración. Difusión de rumores sobre la víctima.
- Violación de la intimidad. Difusión de secretos o imágenes de la víctima.
- Exclusión social. Exclusión deliberada de la víctima de grupos en la red.
- Suplantación de la identidad. Envío de mensajes maliciosos haciéndose pasar por la víctima.
Un estudio realizado en España aporta que aproximadamente el 25% de los adolescentes han sido acosados durante el último año de forma repetida por el teléfono móvil.
Ante esta realidad social que están viviendo algunos de nuestros menores en su vida diaria, lo que se hace más importante es realizar campañas de prevención y de detección precoz del acoso escolar y el ciberacoso. De esta manera se podrá sensibilizar a la sociedad de las repercusiones que puede tener este tipo de conductas entre los/as niños/as y adolescentes, que en algunas ocasiones acaba en el suicidio.
Mª Pilar Bazaga Clavero
Psicóloga Jurídica y Forense